Berta M.ª López
Los vinos de Castellón han recuperado la grandeza previa a la filoxera. A base de empeño y tesón lo han conseguido y pueden afirmar con orgullo que las referencias castellonenses son capaces de plantar cara a botellas de alto nivel. Los factores climatológicos y geográficos que abrazan a toda esta zona dotan de personalidad a unos vinos que como cuenta el dicho, mejoran con los años.
En este largo proceso de revalorización, hay que destacar el trabajo de algunos rostros que han conseguido enaltecer con elegancia la labor de sus bodegas. Una marcha en la que también hay que remarcar el papel de la IGP Castelló, un sello que promete cambiar pronto de calificación para lograr esa ansiada Denominación de Origen. Un paraguas que ampara bajo su marca a caras importantes dentro del mundo del vino y que definen en sintonía la identidad de un territorio. Hacemos un repaso por las tres subzonas vitivinícolas que conforman la provincia de Castelló: Alto Palancia-Alto Mijares, Sant Mateu y Les Useres-Vilafamés.
Juan Carlos Pavía, presidente de la IGP de Castelló, es una de las figuras que más ha bregado por el reconocimiento de los vinos castellonenses. Posiblemente, su vinculación casi natal con el mundo del vino tiene mucho que ver en esa confianza ciega por conseguir su misión sin tirar la toalla. De profesor de catas a fundador de El Mollet Vino y Cultura junto con otros tres socios con los que manifestó de manera contundente sus esfuerzos por conservar sus raíces. Y es precisamente aquí donde entra la figura de Toni Albiñana, uno de esos amigos que junto a David y Jaime conforman el cuarteto que guía a una bodega desde la diversión y el disfrute. Han tenido la ambición justa para mantener vivo un hobby que han profesionalizado y al que esperan algún día dedicarle el tiempo que «se merece».
Sergio Garrido es otra de las figuras fundamentales que da sentido a esta historia. Fundó en 2001 la bodega Barón d’Alba, una de las casas de vinos castellonenses que mayor crecimiento ha experimentado en estas dos últimas décadas. El éxito de su primera cosecha fue el detonante de una crónica triunfal en la que cultivó no solo el germen de su proyecto personal, sino el inicio de un camino que le ha llevado a conquistar los títulos de presidente de la Ruta del Vino de Castelló y de la Federación de Enoturismo de la Comunitat Valenciana.
Vicente Flors, cuenta con el encanto de quien se ha hecho a sí mismo para conseguir un sueño. La clave de su proyecto ha sido hacer vinos muy sinceros, con la mínima intervención y basados en el mimo de la viña. Una premisa central que fundamenta la personalidad de sus referencias. Además, la fuerte apuesta por el enoturismo ha convertido su bodega en un punto esencial en el recorrido de turismo enológico, donde su ‘Cata bajo las estrellas’ es parada indispensable cada verano.
Josep María Besalduch tomó hace más de 13 años las riendas de Besalduch Valls & Bellmunt, la antigua cooperativa de Sant Mateu para «hacer renacer una actividad que había sido muy importante para la capital histórica del Maestrat y que estaba muerta». La filosofía de su bodega se basa en la pequeña producción para alcanzar la máxima calidad. Este proyecto castellonense vive uno de sus momentos más álgidos, después de finalizar la restauración completa de la bodega y celebrar sus 70 años de gloria.
Paco Ribelles llegó a Viver hace una década para convertirse en una de las figuras protagonistas en la esencia de la Cooperativa. Ribelles es la voz que guía a los agricultores del Alto Palancia, asesorando en cualquiera de los cultivos que cobija Viver, incluyendo la viña, para recuperar el esplendor vitivinícola con las variedades autóctonas como cimiento.
Àngel Tena es la tercera generación de l’Estanquer, una bodega que lleva trabajando más de 70 años para elaborar ocho vinos que defienden el terroir de su zona. En la casa restaurada de su bisabuelo, que conserva el carácter y la historia que hay entre sus paredes, mantiene el legado de un viejo celler que elaboraba vinos y aguardientes.
La bella comarca de l’Alcalatén cobija el proyecto que dirige Vicent Bellés, gerente y nieto de dos de los socios fundadores de Bodega Les Useres. Este celler castellonense fue uno de los primeros que supo resurgir después de que la filoxera y arranque de los híbridos acabase con el cultivo de la vid en una zona naturalmente productora durante más de 25 años.
Juan Domingo Tárrega, figura que lidera Mas de Rander, hace 11 años que se adelantó a las tendencias del mercado actual creando por aquel entonces un proyecto que resultaba inusual. Desde California hasta los montes costeros de Benlloch, la idea de sostenibilidad como pilar elemental de Mas de Rander, nació bajo la inspiración de un viaje internacional que peregrinaron cuando decidieron construir la bodega.